El profesor “difícil”
Tenía un poco abandonado mi blog, pero una publicación en Facebook me hizo volver. La publicación es la siguiente:
En esta publicación, creada por “Los Estudiantes”, el perfil de Facebook asociado a un sitio de internet creado por un individuo/grupo (no sé cuál usar, porque en su página algunas autoreferencias están en plural y otras en sigular) donde los estudiantes dejan calificaciones anónimas de sus profesores. Por si les interesa, les comparto la dirección de la página general y a mi “perfil”, si es que se puede denominar de tal forma.
Visto esto, me parece interesante dar mi punto de vista, que está parcialmente expuesto en la respuesta que puse a un comentario de mi ex-estudiante y ex-monitora Natalia a la publicación que ya referencié.
Voy paso a paso, pondré negrillas empezando cada tema por si las personas que lo leen (bajo la hipótesis de que alguien leerá esto) se quieren saltar pedazos o retomar algo de lo dicho. Además quiero dejar clarísimo que es mi posición personal, parcialmente sustentada en cosas que he leído que pueden ser consideradas investigaciones serias, pero en general una cosa muy propia y sin objetivo diferente a expresar lo que pienso al respecto.
Empiezo poniendo mi posición personal respecto al tema de ser un profesor “difícil”, tomando en cuenta que es mi concepción personal de lo que significa ser difícil, es decir, la idea que guía mi interpretación de difícil al momento de ser profesor.
Yo uso personalmente la noción de exigente como sustituto de difícil, donde entiendo ser exigente como dar a mis estudiantes las herramientas necesarias para enfrentar no solo los exámenes sino también las situaciones en las que necesiten ese conocimiento, pero poniendo a la vez retos que les permitan iniciar, desde mi curso, la transferencia de esas herramientas a situaciones diferentes a los ejercicios del libro o del tablero. Para eso uso los talleres, las tareas (que no me gustan aunque hay una cosa que estoy usando como tarea que me parece muy interesante, luego hablaré de eso en otra publicación), los quices, los parciales y todo tipo de situación en la que los estudiantes se vean enfrentados a problemas que les exijan una solución y que no puedan dejar pasar tan fácilmente.
Entiendo que soy profesor de materias de ciclo básico, lo que generalmente implica estudiantes en los primeros semestres de sus programas académicos, y que el curso que más tengo a cargo semestre tras semestre es Precálculo, donde la mayor parte de los estudiantes está al inicio de su vida universitaria y además muchos de ellos están en ese curso por tener algunas dificultades con matemáticas.
Por eso que entiendo es que elijo ser exigente; no es cosa de ser mala persona, es cosa de mostrarles a los estudiantes que espero grandes cosas de ellos y que no creo que haya necesidad de tratarlos con lástima para que puedan dar el rendimiento que deben dar. La exigencia es, por el cintrario, una oportunidad más para que los estudiantes se apropien de esas herramientas que ya mencioné, porque es claro desde el principio que por una razón u otra las necesitan, aunque esa razón sea el triste utilitarismo de aprobar una materia. Y la exigencia es además un camino para fomentar en los estudiantes la reflexión sobre su conocimiento y sobre su estado personal en la construcción del conocimiento, dos pasos importantes en la interiorización del aprendizaje.
No sé si lo que entienden los estudiantes al dar la información para este tipo de páginas es eso mismo, no sé si su noción de “difícil” concuerde con la mía, pero parado en la mía, yo personalmente me siento orgulloso de ser considerado un profesor difícil.
Ahora, el escalafón me parece vago, o, en las palabras que usé en la respuesta en Facebook, “ese tipo de escalafones no dicen mucho en frío”.
Con eso me refiero a que hay varias cosas de la mecánica del proceso de conseguir la información que son complejas y que al dar espacio para numerosas interpretaciones también dan paso a diversas e incluso contradictorias nociones categorizadas como similares.
Intento explicar eso último. Creo que todos hemos escuchado alguna vez que hay encuestas que declaran a Colombia el segundo país más feliz del mundo –aquí les dejo el enlace a la nota de Semana al respecto– y luego muy seguramente cuando salimos a la calle nos preguntamos por qué. La primera pregunta que yo haría es Qué se entiende por ser feliz en esa encuesta? seguida del infaltable A quién le preguntaron?.
A quién. En el caso de la encuesta de la felicidad, eso de a quién no es tan fácil de responder, pero sería razonable suponer que una cosa internacional de encuestas se tomó la molestia de distribuir un poco por sexo y edad, aunque dudo que hayan hecho una cosa muy dispersa geográficamente. Ese a quién tiene, en el caso de la información que da origen a este escrito, un factor adicional que en encuestas es totalmente indeseable pero muchas veces inevitable, conocida como “sesgo de autoselección”, que no es más que tener a las personas que responden solamente entre los que se propusieron voluntariamente, no entre los que aceptaron de un conjunto escogido por el encuestador.
Lo que hay entonces es un conjunto de respondientes (la palabra no existe, pero la correcta es sujetos que para esto me parece espantosa) que están inicialmente limitados al conjunto de los estudiantes de cada profesor, punto hasta donde no hay todavía autoselección. Nótese que esos estudiantes no siempre conocen una muestra amplia de profesores para poder darse una idea más clara de lo que los profesores como grupo al servicio de la universidad persiguen –especialmente no en los primeros semestres– y que además, como se sabe ampliamente e incluso es reconocido por un vocero de “Los Estudiantes” en los comentarios a la publicación en Facebook, las opiniones que se forman esos estudiantes están por lo general sesgadas por la noción de éxito o fracaso que tengan sobre su paso por el curso.
Pero los respondientes son un subconjunto de los estudiantes de esa clase, un subconjunto que decide voluntariamente acudir a la página a manifestar su opinión, lo que implica conocimiento de la posibilidad y motivación para hacerlo, cosa que los distingue de aquellos que no se manifestaron en la misma forma. Según lo que se sabe de este tipo de encuestas –y lo puede ver cualquiera leyendo comentarios en Expedia o en TripAdvisor sin ir más lejos– la motivación por lo general está dada por un extremo de conformidad o de inconformidad, no es común que las personas que sienten su satisfacción como ‘media’ completen esas encuestas con la misma frecuencia.
Qué. El meollo del asunto está sin embargo en el qué. Para quien lea esto, Qué es ser feliz?. La felicidad puede ser entendida por algunos como estabilidad y problemas manejables, por otros como una familia sólida que les permita afrontar toda dificultad con respaldo, por otros más como tener comida y techo, por muchos como estar mejor que el vecino o amigo, y así sucesivamente. Cada persona tiene su versión de felicidad, así que preguntarle a alguien si es “feliz” es bastante etéreo por decir lo menos.
Bueno, preguntar si un profesor es “difícil” es más o menos lo mismo. Con toda la intención yo inicié el desarrollo de este escrito hablando de mi interpretación de hacer un curso difícil, porque entiendo que muy seguramente quienes lean no tendrán el mismo, con lo que algunos podrían escandalizarse de que me sienta orgulloso de ser un profesor difícil. Algunos entenderán difícil como exigente en contraste con otros que lo tomarán como interesado en reprobar estudiantes, por solo dar dos interpretaciones rápidas y no muy detalladas. Habría que buscar, entonces, una definición o unos indicadores de dificultad que permitieran entender claramente qué se entiende por difícil, al menos más claramente que la palabra aislada. Es posible que todas las interpretaciones tengan efectos similares en tasas de aprobación del curso como es posible que no, pero al menos la esencia de lo que el estudiante vive y su reflexión personal estarían mejor recogidos.
Por otra parte, el escalafón no da luces sobre la impresión del trabajo docente del profesor. Y con eso me refiero a que los profesores pueden ser difíciles, como sea que se entienda eso, pero ser a la vez muy dedicados a su labor docente y dar su mayor esfuerzo para que sus cursos sean provechosos para los estudiantes, que en muchas ocasiones –por no decir en todas– es percibido y agradecido por los estudiantes. Pero también es posible que ese profesor difícil sea además un profesor poco comprometido con su labor docente, con poco interés o preocupación por el aprendizaje de los estudiantes, que esté frente a ellos porque es su servicio militar obligatorio para tener la oportunidad de hacer investigación o algún otro tipo de actividad bajo el manto protector de la universidad.
En ese sentido sería muy importante saber si los estudiantes que calificaron a los profesores como difíciles al menos sienten que hacen lo posible por fomentar el aprendizaje. Sería más una relación de “lo que me pide contra lo que me da”, un gráfico de doble eje si lo quieren ver como una cosa publicable.
Me pregunto además por la intención de quien publica el escalafón. En su respuesta a lo que dije, el vocero de “Los estudiantes” dice, y cito: “pienso que saber qué profesores son difíciles puede ser muy útil a nivel estudiantil al momento de elaborar horario, especialmente si uno piensa extracreditarse. La universidad pone a todas las clases de 3 créditos y todos sabemos que no todas tienen la misma dificultad”.
Yo personalmente no estoy tan convencido de que esa sea la razón de la publicación. Como yo lo veo, es una información que rápidamente genera comentarios y en general tráfico web, que es la vida de una organización que fundamenta su trabajo en recoger opiniones de usuarios, ya que le genera divulgación para alcanzar a más personas de las cuales al menos un subconjunto desconocía la existencia del sitio y al conocerlo podría estar dispuesto a aportar su opinión. Creo que es una estrategia de mercadeo más que otra cosa, y bueno, aquí les estoy ayudando también.
Pero más allá de eso, me preocupa que ese tipo de publicaciones en realidad van contra los propósitos que declara la página de inicio del proyecto y que copio a continuación:
Darle a los estudiantes un espacio donde sepan con qué profesores vale la pena meter materias.
Facilitarle a los profesores un ciclo de retroalimentación para que puedan saber en qué tienen que mejorar.
Hacer que la Universidad se de cuenta de cuales son sus profesores más valiosos y los valore como ellos y ellas se lo merecen.
Salvo por aquellos estudiantes que buscan a los profesores exigentes, que por lo que muestran otros espacios como el grupo de Facebook “CBUs que deberían meter” son la minoría, en cualquier otro caso este escalafón contradice o al menos no se relaciona con lo que “Los Estudiantes” dice buscar.
Los profesores de la universidad que ofrecen cursos electivos, especialmente aquellos que ofrecen CBUs, se han visto obligados, mayoritariamente por informaciones como esta o como los comentarios del grupo de “CBUs” que ya mencioné, a rebajar la exigencia de sus cursos y a buscar la forma de que esos cursos parezcan fáciles. La razón? Cuando a un profesor de planta de la universidad le cierran un curso por falta de inscritos su situación dentro del modelo de costos se descompensa, lo que generalmente implica que se le obliga a hacerse cargo en el último momento de un curso que no pudo preparar adecuadamente y que no disfruta; en el caso de los profesores de cátedra significa muchas veces no firmar contrato y no trabajar ese semestre, al menos no en la universidad. No se ayuda a los profesores a mejorar con esto.
Para la universidad, por otra parte, información tan simple como “los profesores más difíciles” es poco relevante y si sirve para algo es para individualizar a profesores que entran a ser considerados de riesgo porque, contra lo que dicen muchos estudiantes al pagar cada semestre su matrícula, para la universidad NO es negocio tener más repitentes de los que la sana exigencia indique. Así que la información de difíciles, sin referencia al trabajo docente, puede incrementar el riesgo de profesores que de otra forma deberían incluso ser premiados en cambio de ser estigmatizados. Si se quiere ayudar a la universidad entonces que se publiquen escalafones de la percepción de los estudiantes sobre la calidad docente, que sigue siendo una medida subjetiva pero que al menos está más cerca del objetivo divulgado.
Para cerrar, citando mis palabras en Facebook, “sería interesante saber, más allá de que realmente no se pueda medir, qué impacto tiene la publicación de esto” en los estudiantes. Es decir, cuántos cambian sus planes de horario para buscar o evadir a profesores de la lista de difíciles, cuántos tienen en cuenta el valor de la dificultad como sea que la entiendan en su proceso de aprendizaje, cuántos van a reinterpretar el escalafón publicado y adoptarlo para dar opiniones de profesores que no han conocido todavía.
En esto no me extiendo mucho, solo puedo decir que cuando yo hacía mi horario lo hacía buscando materias y no profesores, en el caso de múltiples secciones de una materia entonces horario, así que este tipo de información habría sido inútil para mí.
Dejo sin embargo abierta esta pregunta a todos los que la quieran contestar, y en una forma más general dejo abiertos los canales de comunicación usuales para las personas que me quieran contactar, mi correo electrónico osbernal@gmail.com y mi cuenta de Twitter @osbernal funcionan bastante bien para eso.