Ser pilo paga - ser pilo cuesta  

Uno de los temas más tratados de los últimos meses en Colombia es el programa de créditos condonables “Ser pilo paga”. El programa, presentado al país formalmente en comunicado de prensa de octubre 1 de 2014, busca premiar a los estudiantes con los mejores resultados en SABER 11 dándoles la oportunidad de ingresar a la universidad de su elección –elegida de un conjunto de universidades en convenio con el gobierno nacional– haciendo uso de un crédito que puede ser condonado al final de sus estudios bajo algunas condiciones previamente determinadas.

Los requisitos para los estudiantes son bastante claros: estar en un porcentaje superior de entre los estudiantes que tomaron la prueba SABER 11 –según el comunicado son 310 puntos para la aplicación de agosto de 2014– y estar catalogados como beneficiarios del SISBEN –Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales–.

El crédito, 100% condonable, tiene también sus pros y contras: Colombia es un país con una tasa de deserción en el nivel universitario profesional cercana al 45%, donde la deserción tiene gran correlación con necesidad económica –dos de las variables más altamente correlacionadas con deserción son estar trabajando al momento de presentar SABER 11 y no disponer de vivienda propia– y donde, por hechos reales o por imaginario público, se considera que las instituciones privadas de educación superior son altamente elitistas y clasistas. En resumen, la población beneficiaria de los créditos condonables ha sido también, tradicionalmente, la población más afectada por deserción en el nivel universitario, por lo que si las condiciones se mantienen es posible que sean también los mayores posibles deudores de estos créditos –esperemos que no–.

¿Qué hay detrás de los créditos entonces? Se ven bien. Se ven como una política del estado para promover la movilidad social. En un sistema de educación superior cada vez más costoso en comparación con el ingreso de las familias –ver por ejemplo las cifras de Estados Unidos–, en el que los puntajes en las pruebas estandarizadas, como pretende ser SABER 11, están cada vez más y más asociados al nivel socioeconómico, que el gobierno promueva que los estudiantes destacados de poblaciones económicamente vulnerables entren a la educación universitaria profesional es un esfuerzo por lo menos loable, que luce muy bonito.

Ahora, es un programa muy bonito que apunta a mover otro tema de fondo, la financiación de las instituciones. Es una inyección de recursos inmediata, que no se reduce a instituciones públicas, que tiene condiciones claras para ser mantenida y que favorece la imagen pública del gobierno y de las instituciones vinculadas. Ante el fracaso de la reforma a la tan mentada Ley 30, la incompetencia y mezquindad de la denominada Mesa Amplia Nacional Estudiantil –que de amplia no tiene mucho y que además resultó ser poco más que una plataforma política para algunos avivatos– y los terribles vaticinios de los rectores de las universidades públicas, es claro que el sistema necesita recursos y que el camino de cambiar la forma en la que se asignan actualmente está más lleno de espinas que de rosas. Entonces, siendo un mercado, ¿qué mejor solución para revitalizarlo que el consumo en forma de gasto público? Y listo, “ser pilo paga”.

Pero hay riesgos. Hay muchos riesgos.

No quiero ser alarmista, pero este programa hay que cogerlo con pinzas. Ser pilo paga dice el programa, pero si hay inconvenientes ser pilo cuesta, y nos puede llegar a costar problemas económicos y sociales muy graves, que pueden marcar a generaciones enteras. Buen viento y buena mar para el programa, si todo funciona a la perfección será una maniobra económica, política y social digna de admiración. Pero modelos de deserción como el de Vincent Tinto en su famoso Leaving College: Rethinking the Causes and Cures of Student Attrition –1993– nos dice que la deserción es un tema que depende de muchas cosas más que solamente apoyos académicos y económicos, por lo que el riesgo está ahí incluso con todo el esfuerzo económico del gobierno y académico de las instituciones.

Cierro diciendo, como de costumbre, que estas son mis opiniones yq ue están abiertas a debate, invito a quien quiera contactarme a hacerlo por mi cuenta de Twitter, @osbernal, o mi correo electrónico, osbernal@gmail.com.

 
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