Si el segundo semestre de 2020 es virtual…
Una de las cosas que más he escuchado/leído por parte de estudiantes universitarios recientemente es la duda sobre lo que va a pasar en las universidades en el segundo semestre de 2020 y su interrogante personal sobre si registrarse en un semestre totalmente virtual vale la pena. Hace unos minutos (siendo 19 de mayo) el Presidente de la República anunció que las instituciones educativas deben continuar en aislamiento hasta finales de julio por lo menos, lo que quiere decir que algunas universidades empezarán su siguiente semestre en modalidad virtual incluso si esperaban hacer otra cosa. Pero bueno, les daré mi opinión, o al menos un ángulo de reflexión; no sé si les sirva, pero prefiero que esté publicado para los que quieran una opinión al respecto.
Antes de empezar, como casi siempre, es bueno decir quién soy de cara a este tema, exponer mis sesgos y la razón para escribir esto. Soy profesor de Cátedra en una universidad -muchos ya saben cuál-, y ser profesor de Cátedra quiere decir que mi trabajo depende de la cantidad de estudiantes que la universidad deba atender, así que sí, tengo un sesgo laboral hacia decir que todo el mundo debe entrar la universidad, más exactamente a mi Universidad. Por otra parte, soy un crítico fuerte del sistema de Educación Superior, creo que tiene muchas fallas y que no es honesto con sus estudiantes, así que tengo un sesgo intelectual hacia decir que la universidad, el programa de estudios y hasta la necesidad de entrar a la universidad son cosas que se deben reflexionar mucho. Dicho eso, mi razón para escribir esto es bastante simple: creo que muy poca gente está hablando de este tema con una perspectiva amplia, así que espero aportar una perspectiva que sirva de insumo a los que están tomando la decisión de registrarse o no, en especial para una reflexión sobre su relación con la universidad.
Empiezo, ahora sí en materia, diciendo que la decisión no es fácil, porque hay muchos factores que deben tomarse en cuenta y que cada estudiante tiene su propia combinación de preocupaciones. Pero también hay una combinación de interpretaciones de lo que es una universidad, cosa en la que sí creo que hay que profundizar un poco, porque además una buena parte de la decisión se puede ver desde ahí. Presento algunas de las interpretaciones conocidas en la literatura sobre Educación Superior, descritas de forma directa y concreta, crítica y sin suavizar.
La universidad como “el siguiente paso”: una de las cosas que más se da actualmente en Educación Superior es que generaciones enteras de estudiantes de clases media, media-alta y alta han sido enfrentados toda su vida a una decisión en la que se les quita el poder de decisión; para estos estudiantes la universidad no es una opción, es una obligación. La universidad se ha convertido socialmente en una mala versión de lo que los británicos llaman la educación terciaria, la etapa natural e ineludible que sigue al proceso de la primaria y la secundaria.
Esta naturalidad le ha quitado mucho valor a la decisión, incluso llegando a deformar el proceso de elección: al estudiante no se le pregunta si quiere entrar a la universidad, se le pregunta a qué universidad quiere entrar y una vez se ha escogido la universidad a qué programa de esa universidad quiere presentarse; siempre hay universidades de respaldo, que son un poco menos interesantes para el estudiante y su familia, muchas veces con opciones de programa que no tienen nada en común entre ellas, pero lo importante es entrar a una “buena universidad”. Para los estudiantes que tienen esta interpretación de la universidad, pocas cosas mejores que tomarse un semestre, bajo la excusa de no seguir en virtualidad, aprovechar el tiempo y entender si están en el lugar que realmente deben estar y en el área que los motiva.
La universidad como “el primer paso”: en un mundo en el que los pregrados universitarios son cada vez más un mínimo y han dejado de tener su valor distintivo, se hace más y más común que los estudiantes proyecten su vida universitaria hasta la maestría e incluso el doctorado. Para estos estudiantes estar en el pregrado es solo el primer paso de un camino que tiene al menos una etapa más, posiblemente varias. El consejo para estos estudiantes es el mismo en virtualidad que sería en presencial: sigan, terminen rápido, porque muchos programas de becas para estudios y especialmente los de estudios en el exterior tienen límites de edad que cada vez son más bajos por la cantidad de gente buscándolos; ah, y en el camino generen vínculos sólidos con profesores, porque desde cartas de recomendación hasta guías para trabajos de grado publicables, sus profesores actuales son la llave para sus grados futuros.
La universidad como certificador: algunas personas entienden la universidad principalmente como un ente certificador, es decir, consideran que a la universidad se va para obtener un título que abra puertas en el mundo laboral. Para aquellos que entienden la universidad así, la decisión debería ser clara y no requiere demasiadas vueltas, el mercado laboral sigue requiriendo los títulos y las universidades los siguen confiriendo, así que tardar un semestre más no les va a hacer ningún favor, encontrarán más competencia, más graduados de su universidad y de otras universidades.
Además, si el objetivo es titularse, el objetivo es cada clase individual es obtener una calificación aprobatoria. Y bueno, entre las limitaciones de la evaluación en línea y la desconfianza que genera a muchos profesores la posibilidad de fraude, las evaluaciones en modalidad virtual serán en buena parte menos profundas y por tanto, para muchos, más fáciles de navegar. En resumen, para las personas que entienden la universidad de esta forma solo debería existir camino a una decisión, seguir y seguir rápido.
La universidad como medio social: este es otro extremo, aquellos estudiantes que sienten la universidad como el espacio para socializar. Bueno, en este momento no hay muchos espacios de socialización, al menos no en persona, que es algo para lo que la universidad tradicionalmente se ha prestado. Sin embargo, en este momento en que hay tan pocas oportunidades de socializar, menos aún de socializar con personas nuevas, los espacios virtuales en los que de entrada hay un tema común son una gran oportunidad para iniciar conversaciones; las cosas al principio se verán poco naturales, pero profesores comprometidos con la multimodalidad de la docencia seguramente ofrecerán espacios de discusión colectiva, trabajo en grupo, conversaciones paralelas a las clases y otros tantos más. Así que, a pesar de la virtualidad y de las experiencias poco convencionales, esto puede funcionar muy bien para socializar, tanto o mejor que pre-pandemia. Así que… seguir.
La universidad como educador: curiosamente este, que debería ser el rol central de la universidad y el que más personas tomen como su interpretación primaria, no es ni lo uno ni lo otro; no es el rol central que la universidad ve para si misma -y no estoy hablando solo de mi universidad, estoy hablando de todas las universidades que por los requisitos de acreditación están obligadas a poner la investigación por encima de la docencia- ni es el valor primario que la mayoría de los estudiantes le dan. Pero, además, esta interpretación es la que hace más difícil la decisión de seguir o no seguir el siguiente semestre si es que se mantiene virtual.
El problema principal está en que los profesores en su mayoría no están (estamos) preparados para ser profesores en modalidad virtual, algunos tal vez un poco más que otros, pero muchos profesores no tienen ninguna formación pedagógica o didáctica más allá de sus corazonadas y su experiencia, mientras que los pocos que tienen (tenemos) formación para enseñar la tenemos pensando en un mundo presencial o en el caso más novedoso híbrido o semipresencial. Así que los profesores tenemos un rol un poco menos favorable para la enseñanza en esta situación y el estudiante debe tomar un rol mucho más participativo en su propio aprendizaje. Aquí se necesita un compromiso serio por parte del estudiante y ojalá, en la medida de lo posible, un empuje misional por parte de la universidad para orientar a sus profesores. A los que entienden la universidad en su rol educativo, la decisión de seguir en un semestre virtual es totalmente suya y depende de su compromiso con su propio aprendizaje, porque son ellos quienes deben llevar la mayor parte de la responsabilidad ahora.
La universidad como un escape: Esta es una posición muy difícil para los estudiantes. Algunos van a la universidad como una forma de salir de sus casas, de situaciones emocionalmente comprometidas, de presiones personales y académicas agotadoras, de familias disfuncionales y otras situaciones diversas. Y toda la virtualidad ha llevado a muchos de estos estudiantes a volver a los entornos de los que querían escapar, pero con la carga adicional de su vida académica en una estructura desconocida y con más dudas que certezas. Y el semestre siguiente tal vez no sea muy diferente, excepto por la posibilidad de saber desde el inicio cuál es la metodología que se va a utilizar, tener todo un poco más claro, que no por eso más favorable.
La universidad es un espacio de escape, pero también incluso en la virtualidad es un proveedor valiosísimo de herramientas de apoyo psicológico y de espacios alternativos de pensamiento. Los estudiantes que necesitan escapar de su realidad diaria en la universidad pueden haber sentido que perdían mucho de eso al tener que regresar, pero también deben saber que las universidades ahora más que nunca están trabajando en pro del bienestar mental de los miembros de su comunidad, así que optar por no registrarse puede retirar la carga académica pero también con ello retirar un apoyo abundante, aunque requiere que el estudiante lo busque. Es una de esas situaciones en las que el estudiante debe decidir, porque cualquiera de las dos opciones tiene pros y contras y la suma total depende mucho de lo que haga al estudiante querer escapar.
No pretendo que esta sea una lista exhaustiva, si alguien quiere aportar algo puede contarme y vamos editando. Tampoco quiero decir que esas interpretaciones son excluyentes, no es raro que alguien que empieza en modo “el siguiente paso” siga con medio social y con certificador, pero no por eso creo que mencionar las posibles interpretaciones y que cada uno haga su composición y saque sus conclusiones deja de ser un pequeño aporte a la discusión.
También es importante tomar en cuenta que hay muchos aspectos que son independientes de la forma del estudiante de entender la universidad que pueden influir en su decisión. Factores anímicos, económicos, sociales, familiares, culturales, entre otros, tienen enorme influencia en el proceso de decisión de inscribirse al semestre que empieza en una situación tan anormal como la que estamos viviendo. Cada caso es único, cada estudiante tiene muchas cosas para incluir en su análisis personal.
Pensando en la individualidad y particularidad de cada caso dejo aquí segunda reflexión, ya no una que espero que hagan los que estén tomando la decisión, ahora una que me ha perseguido constantemente y en la que cada vez veo un poco más de luz: no todos los profesores tienen la voluntad de ser docentes pero muchos sí, y para los profesores que sí la tienen existe una motivación vocacional a ofrecer una guía a los estudiantes en las cosas en que los puedan guiar, siendo una de ellas el camino académico de un programa de estudios y las diferentes aristas que ese camino ofrece. Así que, estudiantes, si tienen dudas, si están en el proceso de decidir cómo será su siguiente semestre, incluyan entre las opiniones a tomar en cuenta la de algún profesor que les genere confianza suficiente como para exponer algunas de las consideraciones que toman en cuenta en su análisis; por lo general el profesor no les dará una respuesta definitiva y absoluta, pero les dará una opinión desde su experiencia en la academia y eso tiene relevancia en este momento.
Aunque tengo algunas cosas más por decir, estimo que es suficiente por ahora, gracias por leer mis divagaciones. Me despido, dejando los clásicos canales de comunicación abiertos: mi correo personal osbernal@gmail.com y mi cuenta de Twitter @osbernal son dos formas rápidas de encontrarme.